Difundidos como relatos, viñetas o aguafuertes en diarios y revistas de la época, los cuentos de Pago Chico eran muy conocidos ya antes de su publicación en 1908. Basándose en copiosos recursos documentales y testimoniales obtenidos en su vida de periodista itinerante, Payró, con la excusa de hablar de Bahía Blanca, nos da un retrato del país entero en los últimos años del siglo XIX e inicios del XX. En Pago Chico están la carencia nacional de un proyecto social y ético, y la amoralidad instalada, bajo sus múltiples formas, en los funcionarios públicos; están los punteros de comité y las familias tribales; están el especulador y el hipócrita que no duda en apelar a cualquier medio para conseguir sus fines. La piadosa mirada irónica de Payró —que no depone su característico tono satírico— nos revela la deshonestidad irreversible de intendentes, jueces, políticos, comerciantes y periodistas en un mundo que, asombrosamente, no es demasiado distinto de nuestro mundo. Con uno o dos cambios de detalle, las historias de Pago Chico podrían haber sido escritas, en la Argentina, en cualquiera de los años de este siglo XXI.
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